Un Análisis desde la Propiedad Industrial e Intelectual
La inteligencia artificial (IA) ha revolucionado múltiples aspectos de nuestra vida cotidiana y ha abierto nuevas posibilidades en el mundo de la creación digital. Una de estas manifestaciones son los avatares generados por IA, utilizados en sectores como el entretenimiento, el comercio electrónico y las plataformas interactivas. Sin embargo, la creciente utilización comercial de estos avatares plantea importantes preguntas legales: ¿Cómo se puede proteger un avatar generado por IA desde el punto de vista de la propiedad industrial e intelectual? Este artículo pretende analizar las vías legales actuales para la protección de avatares en España, tanto desde la perspectiva de la propiedad industrial como desde la propiedad intelectual, y reflexionar sobre las controversias legales que plantea la autoría en obras generadas por IA.
Avatares y Propiedad Industrial
En el ámbito de la propiedad industrial, los avatares generados por IA pueden recibir protección mediante su registro como diseños industriales o marcas. La Ley de Protección Jurídica del Diseño Industrial en España permite que los avatares sean registrados en función de sus características estéticas, como la forma, las líneas y los colores. Esta vía de protección es especialmente útil si el avatar está destinado a ser explotado comercialmente, ya sea como parte de un producto interactivo o como un diseño autónomo.
Por otro lado, la Ley de Marcas ofrece la posibilidad de registrar avatares como marcas, siempre que cumplan con los requisitos de distintividad. Un avatar que actúe como signo distintivo en el mercado, por ejemplo, un logotipo o una imagen corporativa, puede registrarse como una marca figurativa o tridimensional. Empresas como Meta ya han adoptado este enfoque, registrando sus avatares tridimensionales como marcas, lo que refuerza su identidad comercial y les otorga protección legal frente a terceros que pudieran copiar o imitar sus creaciones.
La complementariedad de estas dos figuras legales, diseño industrial y marca es fundamental para lograr una protección integral de los avatares. El registro de un avatar como diseño industrial protege sus características estéticas, mientras que su registro como marca lo protege en su uso como signo distintivo en el mercado. De esta forma, las empresas pueden salvaguardar tanto la estética como la funcionalidad comercial del avatar.
Avatares y Propiedad Intelectual
Más allá de la propiedad industrial, la Ley de Propiedad Intelectual también ofrece protección a los avatares, considerándolos como obras artísticas originales. Esta ley cubre la creación visual de los avatares, siempre que sean fruto de la creatividad humana. Esto significa que los elementos gráficos, las características estéticas e incluso los guiones que definen el comportamiento de un avatar pueden protegerse como obras literarias o dramáticas.
El software que permite la interacción de los avatares con los usuarios también está amparado por la propiedad intelectual. El código fuente y los algoritmos que determinan las acciones y respuestas del avatar pueden registrarse como obras de software, otorgando al creador derechos exclusivos sobre su explotación.
No obstante, existen limitaciones en lo que respecta a los elementos protegibles de un avatar. Mientras que su diseño y comportamiento preprogramado pueden estar protegidos, la personalidad o el comportamiento “único” de un avatar no es objeto de protección legal, ya que los derechos de autor solo cubren la expresión concreta de una idea, no la idea abstracta o conceptual en sí misma.
La Cuestión de la Autoría en Avatares Generados por IA
Uno de los mayores desafíos que enfrenta el marco legal actual es la cuestión de la autoría cuando los avatares son generados por IA. Según la Ley de Propiedad Intelectual española, los derechos de autor solo pueden pertenecer a personas naturales (y jurídicas, en los casos expresamente previstos en la Ley), lo que crea un vacío legal cuando una obra es creada de manera autónoma por una IA sin intervención humana directa.
En los casos en que una persona controle o dirija el proceso creativo de un avatar generado por IA, esa persona o entidad es considerada la titular de los derechos de autor. Sin embargo, cuando la IA actúa de manera autónoma, sin una intervención humana significativa, la ley no ofrece protección clara. Este vacío legislativo es objeto de debate en foros internacionales, como la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) y la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea (EUIPO). Estas instituciones están estudiando la posibilidad de crear un derecho sui generis que permita proteger las obras generadas por IA sin intervención humana significativa.
Esta problemática cobra cada vez más relevancia a medida que los avatares generados por IA ganan protagonismo en diversos sectores. Si bien algunos países, como Estados Unidos, han rechazado hasta ahora la posibilidad de conceder derechos de autor a obras generadas por IA, argumentando que solo los seres humanos pueden ser considerados autores, el debate sigue abierto y es probable que se produzcan avances legislativos en los próximos años.
Conclusión
La protección de los avatares generados por inteligencia artificial es un campo en plena evolución. Mientras que la propiedad industrial ofrece vías claras para proteger sus características estéticas y comerciales mediante el registro como diseños industriales y marcas, la propiedad intelectual enfrenta retos más complejos, especialmente en lo que respecta a la autoría de obras creadas por IA sin intervención humana directa.
Las empresas que utilizan avatares generados por IA deben ser proactivas en la protección de sus activos digitales, registrando tanto marcas como diseños industriales para asegurar una cobertura legal sólida. Sin embargo, el marco legal actual aún necesita adaptarse a las nuevas realidades tecnológicas, particularmente en lo que se refiere a las obras generadas por IA de manera autónoma. A medida que la IA siga avanzando, será necesario reformar las leyes de propiedad intelectual para dar respuesta a los desafíos que plantea la autoría en la era digital.
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